sábado, 27 de octubre de 2012

CADIZ













Cada ola que llega a Cádiz trae un granito de sal y con la marea, una a una, lo van dejando despacio, soñando  en la arena. Cuando las gaditanas se bañan en noches de luna, se lo llevan, presumidas,  pegado a la piel.

Qué bien saben tus besos en la orilla del mar.

 El sol cada tarde, cuando llega detrás del castillo de Santa catalina, muere en Cádiz,  se para, se baja del carro que lo lleva hacia el otro lado…  , entonces,  sin mirar siquiera el malecón de la Habana, se queda allí muriendo con los ojos puestos en la Caleta. Qué muerte más buena...

Déjame dormir aquí

El viento de levante que vuelve loco a los marineros, me arrastra de tu cara a tus labios y al final, siempre quedo enredado en tu pelo negro,  como un cometa que se agarra a su seda para no escaparse.  Llévame vientecito amigo por el Puerto, la viña y déjame  descansar en el Mentidero.

Por la bahía las gaviotas bailan

Levántame sin miedo  que quiero verla pisando la arena salada, en una mañana de sol, en el atardecer triste  del día que se cambia por la noche y no quiere morir. Cuando descalza paseando por las playas del Puerto,  sus pies juguetean con las olas,  su pelo con el viento y su corazón con mi alma.  

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