jueves, 29 de noviembre de 2012

TUS MANOS


TUS MANOS

Sus manos entre las mías, su piel finísima, sus dedos casi siempre fríos. Es el momento cero, el tiempo empezando en ese preciso instante, la distancia que no existe.
Son esas, las mismas manos infantiles que apenas con diez años ordeñaban aquellas cabras que se amontonaban en el corral de su casa o que poco después cortaban flores que en secreto se dejaban en una Tumba donde sus hermanos descansaban para la eternidad. Aquellas mismas manos que pronto tendrían que fregar los suelos de las casas de los poderosos, porque la vida o el destino o quién sabe qué, la había colocado en el lado de los perdedores.
Cuando cierro los ojos veo a mi madre sentada en un sillón, con la espalda derecha, la cabeza levantada al frente y la mirada fija, más bien perdida en unos recuerdos situados justo frente a ella. Y sus manos temblorosas sobre su regazo, con los dedos entre cruzados y sus pulgares girando uno alrededor del otro, de manera automática e inconsciente. Todo el tiempo a su alrededor detenido.
Esas manos un día acariciaron al hombre que llenó su vientre de vida y su vida de amor y con sus manos entre las suyas atravesaron todo un mundo, toda una existencia, toda….
Las recuerdo enhebrando aquella aguja que levantabas al cielo para descubrir el hueco por donde el hilo debería pasar, recuerdo las ropas entre tus dedos resucitando de nuevo para volver a lucir en otros días de fiesta, recuerdo las durezas de esos dedos de empujar horas y horas el dedal  o la diminuta aguja. Recuerdo esas mismas palmas restregando el cuerpo diminuto de nosotros, tus hijos, desnudos sobre un barreño de cinc
Son las manos sabias y duras que me guiaban hasta el lejano colegio, aquellas frías mañanas de invierno,  yo agarrado a ellas, esperando aquel destartalado autobús en el que esperábamos el tiempo que tendría que venir y que nunca estuvimos seguros de que fuese mejor.
Todavía cuando acaricias mi cara, siento una emoción distinta a todas las manos amables  que he tocado y allí entre ellas entre las tuyas volvería a esperar el tiempo que queda, seguro que nunca será más agradable.
Esas manos  recias, un día tuvieron que asegurar una familia y lo hicieron, fueron duras y fuertes y gracias a ellas todo siguió adelante y todos permanecimos en su sitio y a la vez fueron  dulces y mimosas y todos aprendimos a querer del tacto que ellas daban.
Cuando sentado en tus piernas, tus manos me acariciaban, en aquella mecedora de mimbre,  el contacto de tu piel con la mía, fue la forma más directa, más segura y mas real de aprender el amor, el cariño y el respeto a los demás, que todo eso lo aprendí en la transfusión silenciosa del roce de tus manos.
Déjame que  hoy me agarre de nuevo, que  apriete en silencio y sienta otra vez aquella seguridad que de niño sentía cuando cogidos caminábamos hacia cualquier sitio. Nunca he estado más seguro, más tranquilo, más fuerte que cuando estaba agarrado a ti. Déjame que vuelva a agarrarte otra vez.  ¿Recuerdas mis carreras cuando venían los miedos?  Yo te buscaba y  tu, con una sonrisa en la boca, tan solo me ofrecías la mano, que yo apretaba con mis dedos infantiles. En ese momento las oscuridades se encendían y ya nada me asustaba. Déjame que vuelva a sentir esa firmeza, esa falta de miedo.
Tienes las manos frías como siempre, pero ahora el tiempo no existe. Las mías también empiezan a estar arrugadas, ya no son fuertes y poderosas capaces de asir con fuerza, de abrir de un portazo. De nuevo buscan consuelo. Dime qué debo hacer, cuéntame historias otra vez, o simplemente déjame quedar a tu lado aunque sea en silencio. Las manos juntas entrelazadas por esos dedos, que siempre desearon estar juntos.

En Toledo Febrero 2011
Rbermu
Fotografía: Encarnación Bermúdez

2 comentarios:

lucía dijo...

cada vez que lo leo , te veo de niño y la veo a ella de joven papa.Ella te adora y yo estoy super orgulloso de tí.

Unknown dijo...

Que lindo poema me recordo mucho a mi mamá sentada en las piernas de ella abrazada con una mirada de que nunca se hiria de mi lad. Esa estrecha relacion que nunca acabara.