TUS MANOS
Sus manos entre las mías, su piel finísima, sus dedos casi
siempre fríos. Es el momento cero, el tiempo empezando en ese preciso instante,
la distancia que no existe.
Son esas, las mismas manos infantiles que apenas con diez
años ordeñaban aquellas cabras que se amontonaban en el corral de su casa o que
poco después cortaban flores que en secreto se dejaban en una Tumba donde sus
hermanos descansaban para la eternidad. Aquellas mismas manos que pronto
tendrían que fregar los suelos de las casas de los poderosos, porque la vida o
el destino o quién sabe qué, la había colocado en el lado de los perdedores.
Cuando cierro los ojos veo a mi madre sentada en un sillón,
con la espalda derecha, la cabeza levantada al frente y la mirada fija, más
bien perdida en unos recuerdos situados justo frente a ella. Y sus manos
temblorosas sobre su regazo, con los dedos entre cruzados y sus pulgares
girando uno alrededor del otro, de manera automática e inconsciente. Todo el tiempo
a su alrededor detenido.
Esas manos un día acariciaron al hombre que llenó su vientre
de vida y su vida de amor y con sus manos entre las suyas atravesaron todo un
mundo, toda una existencia, toda….
Las recuerdo enhebrando aquella aguja que levantabas al
cielo para descubrir el hueco por donde el hilo debería pasar, recuerdo las
ropas entre tus dedos resucitando de nuevo para volver a lucir en otros días de
fiesta, recuerdo las durezas de esos dedos de empujar horas y horas el
dedal o la diminuta aguja. Recuerdo esas
mismas palmas restregando el cuerpo diminuto de nosotros, tus hijos, desnudos
sobre un barreño de cinc
Son las manos sabias y duras que me guiaban hasta el lejano
colegio, aquellas frías mañanas de invierno,
yo agarrado a ellas, esperando aquel destartalado autobús en el que
esperábamos el tiempo que tendría que venir y que nunca estuvimos seguros de
que fuese mejor.
Todavía cuando acaricias mi cara, siento una emoción
distinta a todas las manos amables que
he tocado y allí entre ellas entre las tuyas volvería a esperar el tiempo que
queda, seguro que nunca será más agradable.
Esas manos recias, un
día tuvieron que asegurar una familia y lo hicieron, fueron duras y fuertes y
gracias a ellas todo siguió adelante y todos permanecimos en su sitio y a la
vez fueron dulces y mimosas y todos
aprendimos a querer del tacto que ellas daban.
Cuando sentado en tus piernas, tus manos me acariciaban, en
aquella mecedora de mimbre, el contacto
de tu piel con la mía, fue la forma más directa, más segura y mas real de
aprender el amor, el cariño y el respeto a los demás, que todo eso lo aprendí en
la transfusión silenciosa del roce de tus manos.
Déjame que hoy me
agarre de nuevo, que apriete en silencio
y sienta otra vez aquella seguridad que de niño sentía cuando cogidos
caminábamos hacia cualquier sitio. Nunca he estado más seguro, más tranquilo, más
fuerte que cuando estaba agarrado a ti. Déjame que vuelva a agarrarte otra
vez. ¿Recuerdas mis carreras cuando
venían los miedos? Yo te buscaba y tu, con una sonrisa en la boca, tan solo me ofrecías
la mano, que yo apretaba con mis dedos infantiles. En ese momento las
oscuridades se encendían y ya nada me asustaba. Déjame que vuelva a sentir esa
firmeza, esa falta de miedo.
Tienes las manos frías como siempre, pero ahora el tiempo no
existe. Las mías también empiezan a estar arrugadas, ya no son fuertes y
poderosas capaces de asir con fuerza, de abrir de un portazo. De nuevo buscan
consuelo. Dime qué debo hacer, cuéntame historias otra vez, o simplemente
déjame quedar a tu lado aunque sea en silencio. Las manos juntas entrelazadas
por esos dedos, que siempre desearon estar juntos.
En Toledo Febrero 2011
Rbermu
Fotografía: Encarnación Bermúdez
En Toledo Febrero 2011
Rbermu
Fotografía: Encarnación Bermúdez

2 comentarios:
cada vez que lo leo , te veo de niño y la veo a ella de joven papa.Ella te adora y yo estoy super orgulloso de tí.
Que lindo poema me recordo mucho a mi mamá sentada en las piernas de ella abrazada con una mirada de que nunca se hiria de mi lad. Esa estrecha relacion que nunca acabara.
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